El hombre que confundió a su mujer con un sombrero



Christina era una joven vigorosa de 27 años, aficionada al hockey y a la equitación, segura de sí misma, fuerte de cuerpo y mente. Era inteligente y culta. No había estado enferma prácticamente nunca. De pronto, y la primera sorprendida fue ella, a raíz de un acceso de dolor abdominal, se descubrió que tenía piedras en la vesícula y se aconsejó la extirpación de ésta.
Ingresó en el hospital tres días antes y se le sometió a un régimen de antibióticos como profilaxis microbiana. Era simple rutina.
El día antes de la operación tuvo un sueño inquietante. Se tambaleaba, en el suelo no era capaz de sostenerse de pie, apenas sentía el suelo, apenas tenía sensibilidad en las manos, se le caía todo lo que cogía.
Aquel mismo día el sueño se hizo realidad. No podía sostener nada con las manos, cuando las extendía las manos se quedaban cortas o se desviaban de la trayectoria. Era como si el cuerpo no le perteneciera.
-Ha sucedido algo terrible-balbucía con voz lisa y espectral 
-No siento el cuerpo. Me siento rara …desencarnada."


El hombre que confundió a su mujer con un sombrero
Oliver Sacks

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